Todo empezó en el 2009, cuando David Sánchez-Manrique y José Roque Alejos se juntaron por primera vez en la discoteca Onuba, en el distrito de San Borja.
Martín Hidalgo y Jonathan Castro.
Hombre pobre, hombre rico; el mismo vicio, el mismo destino.
José Roque Alejos, nacido en modesta cuna, se hacía llamar el “Cholo Payet” en homenaje a la familia de ese apellido que lo crió. Sin negocio conocido, recién el 31 de agosto de este año sacó registro de contribuyente de la Sunat, pero no precisa a qué actividad económica se dedica. Reside desde hace varios años en el jirón Bolognesi 305, en Playa Rímac, Callao, en una zona brava, insegura y temida. No tiene hermanos de padre y madre, según el Registro Civil. Y el 5 de mayo cumplió 42 años.
David Sánchez-Manrique Pancorvo, único hijo varón del notario público David Sánchez-Manrique Tavella. Nacido en cuna dorada, en Miraflores. El primogénito estudió en los mejores colegios y se graduó en la Universidad del Pacífico. Se preparó para tomar las riendas del negocio familiar. Vivió con sus padres hasta el 2010, en La Planicie, La Molina, año en el que se compró un departamento en un sexto piso en la exclusiva zona de Cerros de Camacho por 288 mil dólares. Su padre confiaba mucho en él. Por ejemplo, le dio un poder para que venda un enorme terreno de su propiedad de 22 mil 355 metros cuadrados a la empresa Hipermercados Tottus. Pero el “Loco David” tenía sus propios negocios y administraba otros, como la discoteca Onuba, de propiedad de José Essenwanger Rojas y Carlos Herrera Loayza.
Además de la afición por las juergas, “Cholo Payet” y “Loco David” comparten el mismo fanatismo por Universitario de Deportes: violento y alucinado. Un fanatismo sin límites, basado en la destrucción del enemigo, en códigos que significan la vida o la muerte del contrario y que se da en todas las llamadas “barras bravas”. Un fanatismo que no diferencia clases sociales, si eres de cuna humilde o de cuna de oro, si tienes la formación de la calle o de aula universitaria. La tarde del clásico Universitario-Alianza del sábado 24 de setiembre en el estadio Monumental, no era la primera vez que “Loco David” y “Cholo Payet” se juntaban.
Un líder de la “barra crema” relató con la condición de no mencionar su identidad: “Como tenía plata, ‘Loco David’ alquilaba un o dos palcos para su gente. Como tenía billete hacía lo que se le venía en gana. Pero no era bien visto en la barra por su pinta de ‘pituquito’ mandón y soberbio. Acostumbrado a vivir de la gente de plata, ‘Cholo Payet’ se le arrimó. Como ya tenía su fama por haber sido amigo de ‘Misterio’ y haber salido en la miniserie, ‘Loco David’ aceptó el acercamiento porque creía que así iba a tener influencia sobre la barra. Pero no fue así. Al ‘Cholo Payet’ lo tenemos marcado hace tiempo. ‘Cholo Payet’ simplemente vivía al ‘Loco David’”.
Marcados por la violencia
Dos ex barristas de Universitario, ahora trabajadores de éxito, sin relación entre sí, recuerdan que en 1991 o 1992, Universitario perdió un importante juego en el Lolo Fernández. Eran las épocas en las que la hinchada bajaba a reclamar a los jugadores. El “Cholo Payet” fue a increparle por el resultado a José “el Puma” Carranza. Este le respondió y el “Cholo Payet” finalizó la discusión con dos cachetadas que “noquearon” a Carranza, según los testigos. La violencia era la marca del “Cholo Payet”.
El jueves 22 de setiembre, 48 horas antes del clásico del fútbol nacional, en el libro de visitas de la Trinchera Norte, se leía: “Bueno, cremas, se acerca la hora. Los ‘kagones’ (aliancistas) ladran y ladran. Y para la directiva, que no sea como los anteriores partidos que entran (los aliancistas) a los palcos suite y cuelgan sus banderas. Esperemos que esta vez no pase eso”.
Se trataba de una advertencia
El “Loco David” y el “Cholo Payet” al ver la banderola colgada en los palcos C-130 y C-128 (en este se encontraba Walter Oyarce Domínguez) encontraron la justificación para atacar a los rivales aliancistas. Todos los invitados de esa tarde del “Loco David”, los integrantes de su barra privada que incluía a Jorge Montoya “Calígula”, Richard Valverde Sifuentes “Negro Ampilio”, “Caliche”, “Chiclayano”, entre otros, participaron. Aleccionados por el triunfo sobre el rival y el consumo de marihuana, según reconocieron varios de los barristas ante el fiscal César Espinoza Huaraca, como consta en el atestado policial, fueron a dar caza a los “kagones” del C-130 y C-128.
Un integrante de una de las facciones de Villa El Salvador de la Trinchera Norte que conoció durante mucho tiempo a José Roque Alejos reveló: “Cada vez que alguien le preguntaba su verdadero nombre al ‘Cholo Payet’ este te mentaba la madre. Así se fue ganando el respeto entre la barra desde las épocas de ‘Misterio’ (Percy Rodríguez Marchand, un barrista ‘crema’ que se mató jugando a la ruleta rusa en 1997)”.
José Roque Alejos empezó a forjarse un nombre en la barra crema en noviembre de 1988. Fue cuando lloraba su primera gran derrota quemando el bus de Sporting Cristal. Esa vez los celestes se coronaron campeones nacionales en la cara de toda la Trinchera Norte.
“Cholo Payet” tenía por entonces 19 años y pertenecía a la facción conocida como “Falange”, de San Martín de Porres, grupo que a mediados de los noventa tuvo bajo su dirección a la barra principal de Universitario. Allí conoció a “Misterio”.
“La gente de la barra se fue resintiendo con él, pues le pedían al ‘Cholo Payet’ una entrada para el partido y este no les daba nada y encima les metía un puñete. El barrista venía ensangrentado y me lo contaba”, declaró “Misterio” sobre su amigo José Roque Alejos en una entrevista que rescata la revista de hinchas “Agustinorte”.
Onuba, el sitio clave
El reinado del “Cholo Payet” en la Trinchera Norte solo duraría hasta el 2009, cuando se separó de la dirigencia de la barra crema después de que se le acusara de malos manejos y se convocara a elecciones. El mando pasó a manos de Héctor Febres Zegarra (“Tortuga”) y “Chapulín”.
El “Cholo Payet” desapareció de la “cúpula” crema y solo se aparecía ocasionalmente en el estadio, mientras que el otro líder, “Foreman”, tomaría rumbo hacia Cusco. Dos años después, “Cholo Payet” reaparecería con un grupo propio integrado por “Loco David”, “Calígula” y “Negro Ampilio”.
Según fuentes de la Trinchera Norte, “Cholo Payet” conoció al “Loco David” en el 2009, exactamente cuando este abandonó la dirigencia de la “cúpula” crema. El encuentro se produjo por intermedio de allegados barristas de la facción “Vanguardia” de Villa El Salvador. El escenario fue la discoteca Onuba, que administraba David Sánchez-Manrique Pancorvo. Allí, “Loco David” conocería a los barristas de Villa El Salvador, los que hicieron de puente con “Cholo Payet”.
La solvencia económica de Sánchez-Manrique hizo que el “Cholo Payet” lo convirtiera en su socio perfecto para el negocio que conformaba como barrista de Universitario, sumado al poder conferido por conformar la “fuerza de choque” de la dirigencia del Club Universitario. A partir de entonces, el poder y la influencia de “Cholo Payet”, sumados al dinero del ‘Loco David’, los convertirían en “los reyes del Monumental”.
“El ‘Loco David’ no es muy conocido en la barra. La mayoría que lo conoce es porque lo veía con el ‘Cholo Payet’. Si estás con el más avezado de la barra brava te sientes tranquilo de que nunca te va a pasar nada. Te aseguro que no encontrarás a nadie que te diga que vio al ‘Loco David’ en alguna pelea de barras”, dijo una fuente de la Trinchera Norte.
Todos los sábados se fueron reuniendo en la discoteca Onuba. Incluso, relatan los integrantes de la barra, durante la semana el grupo de “Cholo Payet” abría la discoteca para las fiestas privadas de la cúpula formada por los nuevos “socios” cremas.
A los mencionados se sumarían Richard Valverde Sifuentes, “Negro Ampilio”; Fabrizio Grillo Esquerre,“Caliche”; Marco Chimoy Asenjo, “Chiclayano”; y el abogado Gustavo Manrique Aliaga,“Tavo”. Todos provenían de varias facciones de la Trinchera Norte, pero al fin y al cabo eran los hombres que manejaban los hilos entre la barra y la dirigencia cómplice.
Caminos cruzados
Pero ¿tuvieron algún contacto “Loco David” y “Cholo Payet” con la víctima, Walter Oyarce, antes del crimen? Una fuente de la Trinchera Norte afirmó que David Sánchez-Manrique y Walter Oyarce se conocían hace algún tiempo. Según el testimonio, Oyarce formaba parte de “Los de abajo”, barra aliancista que se ubicaba en la zona baja de Occidente, en el estadio de Matute. Ese grupo se dedicaba a hostigar e insultar a la banca del equipo de Universitario en los clásicos. Es allí donde al parecer “Loco David” lo conoció, pues también acostumbraba ir a Occidente. Tuvieron unos conatos de pelea que no llegaron a mayores gracias a que en las tribunas sí hay policías.
De acuerdo con la misma fuente, el grupo de Oyarce acostumbraba instalarse en el palco 128-C para los clásicos, y que incluso la barra de los palquistas cremas le advirtieron a su grupo que para el siguiente clásico no regresen porque les costaría caro.
Desde el comienzo del partido se observó estallidos de violencia en los palcos. Los barristas cremas de los palcos se organizaron por sí mismos para arrojar la pintura a la tribuna sur. La bandera del grupo de Walter Oyarce no era la única, pero sí una de las pocas que flamearon durante todo el partido. Al otro extremo, en el norte, un grupo aliancista sacó su banderola, pero fueron convencidos de buenas maneras de que la guardaran. “Oyarce estuvo peleándose buen tiempo, pero no llegué a ver cuando lo arrojaron”, señala una fuente que estuvo en el mismo palco.
Otra fuente ofreció más detalles de lo que realmente sucedió: “La banderola de la barra ‘108 Grone’ que abarcaba los dos palcos le pertenecía a la familia que ocupaba el palco 130-C. Allí se encontraban mujeres y niños, pero a ellos no les importó nada”.
La sangre corre
El ataque se inició aproximadamente a las 7:22 de la noche. Según consta en la acusación fiscal, el grupo de “Loco David” y “Cholo Payet” ingresó violentamente por el palco 140-C. Pasaron uno a uno por los palcos, mientras que un segundo grupo se dirigió hacia la puerta de entrada del palco 128-C, donde estaban Oyarce y sus amigos, y empezó a patearla hasta que abrió un forado. Por el agujero, los agresores metían picos de botellas para cortar a los jóvenes que sostenían la puerta para impedir que penetrasen. El menor del grupo, un adolescente de 14 años, tuvo que ser escondido en el baño como medida de prevención. Este menor vio cómo Walter Oyarce fue arrojado y se conoce que ha quedado en shock nervioso debido a lo que observó.
“Todas las fotos que han publicado son posteriores a la caída”, dijo la fuente que se encontraba en el palco de la víctima. “A él lo botaron cuando intentaba regresar del palco 130-C al 128-C. El sujeto que tenía el polo crema manchado de sangre (‘Cholo Payet’) le había tomado de la pierna izquierda y un sujeto de capucha ploma y gorra negra lo empujó al vacío con sus dos manos”.
Los testimonios recogidos, sumados a lo que señala la denuncia fiscal, confirman que Oyarce pasó al palco 130 para repeler el avance del “Loco David” y su barra privada, pero al verse superado intentó volver y en ese momento fue lanzado.
Uno de sus amigos intentó pasar del palco 128-C al 130-C para ayudar a Walter Oyarce en la pelea. Sin embargo, cuando notó que Oyarce se regresaba al palco 128-C, se quedó en el mismo. Entonces pudo observar cuando “Loco David” y “Cholo Payet” empujaron a Oyarce. Este amigo de la víctima es uno de los tigos protegidos que ha declarado ante la fiscalía.
La muerte de Walter Oyarce no los satisfizo. Continuaron avanzado hasta el palco 122-C donde golpearon hasta desmayar al aficionado Enrique Escobar Chulli. Los testigos han dicho que “Loco David” y “Cholo Payet” parecían desquiciados. Se creían los superpoderosos. Impunes. Ahora, además del fanatismo, les unirá otro destino: la cárcel. Pero los dirigentes son también cómplices de lo ocurrido en el Monumental, y en Alianza las barras bravas deben terminar también con los hechos de violencia que promueven en los estadios.
El gran negocio de las entradas para los barristas
1] En 1990, el entonces dirigente Alfredo “Gordo” González Salazar decidió regalar entradas al Monumental. La cantidad dependía de cada encuentro. Los líderes de la barra las vendían a cada cabeza de facción de los diferentes barrios afiliados a la Trinchera Norte.
2] Si bien la dirigencia otorga de manera gratuita las entradas, los cabecillas de la barra las vendían alegando la necesidad de cubrir gastos de confección de banderolas, compra de sprays y otros elementos necesarios para demostrar su poderío. Sumado a esto, los mismos separaban una cuota de entradas que revendían a simples hinchas que querían entrar al Estadio para ver a su equipo.
3] Según los mismos integrantes de la Trinchera Norte, por lo general se repartían 2 mil entradas. De estas, alrededor de 1.500 eran vendidas a mitad de precio a los barristas, es decir 8 soles. La 500 restantes eran revendidas a precio normal, 15 soles. Haciendo las matemáticas, los líderes de barras se llevaban al bolsillo más de 19 mil soles.
Claves
Vínculo. “Loco David” dijo que por 500 soles alquiló el palco a una persona identificada como Jorge Hiraoka. Afirmó que lo acompañaron los individuos apodados “Caldillo”, “Jardín”, “Figura” y los hermanos “Flavio” y “Nano”.
Extraño. “Figura” es allegado al líder de la barra conocido como ‘Chapulín’ y aparece en las fotos de los palcos con una credencial. Es responsable de las redes sociales de la Trinchera Norte.
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